Por. Marianna Fierro
“… y mil malandros rifan en los puros callejones, ellos oyen mis canciones antes de que salga el disco, como ven en exclusiva para el barrio de Tepito, al chile ni me agüito…”
Cartel de Santa, “Hecho en Tepito”
Tepito (en náhuatl Teocaltepiton; teocalli- ‘templo’, tepiton – ‘pequeño’, “templo pequeño”) es uno de los barrios más famosos (y peligrosos) de la Ciudad de México, perteneciente a la colonia Morelos, está al norte del Centro Histórico, en la alcaldía de Cuauhtémoc.
Se puede rastrear la historia de Tepito desde la época prehispánica. Este sitio se encontraba en la frontera entre la ciudad de México-Tenochtitlán y México-Tlatelolco, durante la colonización fue uno de los últimos puntos de resistencia
Durante la época colonial San Francisco Teocaltepiton era un barrio controlado en su mayor parte por indígenas tlatelolcas y junto con los barrios de Tequipeuhcan y Santa Ana Atenantitech (ahora Peralvillo) eran una de las regiones marginales de la ciudad. Con el paso del tiempo el nombre se fue acortando hasta llegar a la forma Tepito.
Tras la independencia la zona pasó por un proceso de reordenamiento y con las Leyes de Reforma, las propiedades comunales fueron vendidas a empresarios. A causa de esto y a la escasez de agua, se convirtió en una zona desatendida, lo cual atrajo a criminales y prostitutas.
Cuando se trató de hacer frente al problema del agua, en 1874 el Ayuntamiento de México autorizó que se abrieran pozos artesianos con la intención de no impedir el progreso de la ciudad. Gracias a ello, el sacerdote Juan Violante compró el rancho de Granaditas en donde se fundaría la mítica colonia Morelos, cuya población se dedicaba principalmente a actividades obreras como la albañilería, carpintería, siembra, etcétera.
La historia del mercado informal de la zona comienza en cuando esta actividad se apropió de las inmediaciones del templo de San Francisco. Inicialmente, el lugar sirvió como centro de reubicación temporal de vendedores ambulantes del Centro Histórico, así como de comerciantes de la Lagunilla… dicha reubicación nunca sucedió
Durante el s. XX la mayoría de las personas habitaban casas individuales, pero paulatinamente el modelo de vecindades del Centro Histórico fue tomando forma en Tepito; en las vecindades la zona de lavaderos comunales se convirtió en la zona por excelencia de la convivencia vecinal.
Durante la Guerra Cristera, cientos de zapateros del Bajío llegaron a habitar el barrio, fue entonces cuando se convirtió en la zona para adquirir calzado en la ciudad.
Ya para 1950, y debido a la falta de control, Tepito de plano se convirtió en un centro de comercio totalmente informal. Aunque el gobierno trató de que las vecindades se transformaran en edificios de departamentos con mayor regulación, y acabar con el ambulantaje, la situación los sobrepasó. Su tradición indígena, obrera y marginal, fortaleció el carácter de sus habitantes… convirtiéndose en un barrio bravo.
Cuando llegó la globalización, los tepiteños ya no se dedicaron exclusivamente al calzado y ampliaron su oferta comercial, y los tianguis comenzaron a vender la conocida fayuca (por lo general aparatos eléctricos que llegan de contrabando a precios muy muy bajos).
Fue, a raíz del sismo de 1985, que la zona decayó y las vecindades se convirtieron en bodegas en donde se comenzaron a llevar a cabo actividades ilícitas, convirtiendo así el barrio de Tepito en el epicentro de venta y distribución de drogas, así como la comercialización de productos piratas.
Tepito tiene una identidad propia forjada entre el abandono y la oportunidad, y ha contribuido a la cultura chilanga con sus sonideros, las vecindades, la Santa Muerte y actualmente las Licuachelas; figuras icónicas como El Santo, Paquita la del Barrio y Cuauhtémoc Blanco son representantes inigualables del barrio.
La lealtad en Tepito es un rasgo que caracteriza a sus habitantes, y con frases como “El barrio no roba al barrio; perro no come perro” dejan en claro que los visitantes deben tener extremo cuidado cuando anden por la zona. Otra frase que nos dice que Tepito no es para todos los públicos es “A Tepito se sabe cómo se entra, pero no cómo se sale”, así que si quieres ir a turistear trata de no llevar objetos valiosos y ten mucha precaución.
Caos, colores y sonidos definen al barrio más bravo de la Ciudad.
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