En la antigua tradición prehispánica la Muerte era compañera de la Vida, se trataba de dos estados que formaban un ciclo infinito. Sobreviviente y enriquecida del encuentro de dos mundos, el Día de Muertos es una de las tradiciones mexicanas más bellas y más populares que tenemos.
Nahuas, mexicas, mayas, purépechas, totonacas, los antiguos pobladores de México veían en el morir un acto natural, un paso a otra dimensión que no implicaba más que entrar a otro mundo: Mictlán, la región de los muertos donde reinaban Mictecacíhuatl, la señora de la Muerte y su compañero Mictlantecuhtli, el señor del Inframundo.
Esta visión es el origen de la forma en cómo los mexicanos nos relacionamos con la muerte: colores, fiesta, risas, sátira, ironía son elementos fundamentales de nuestro Día de Muertos, ¡qué vaya!, no es sólo un día sino casi una semana y antes, en épocas remotas, era un mes.

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Fiesta de Día de Muertos, 100% mexicana
Honramos a la muerte, pero nos divertimos con ella, el alma del mexicano es dicharachera, es alegre, es festiva, aún, cuando muere y si los muertos nos visitan ¿cómo no les vamos a hacer su fiesta? Fiesta que por cierto es Patrimonio Inmaterial de la Humanidad desde 2003, porque de verdad, nadie como el mexicano para festejar la muerte y de paso, la vida.
La fiesta de Día de Muertos es la verdadera revuelta del mexicano ante la vida y ante la muerte, es energía, creación, subversión, todo para honrar algo que no entendemos, que respetamos y tememos pero que miramos de frente y es que somos los meros meros petateros y nuestros chicharrones son los que truenan ¿qué no?… aún frente a la Muerte.

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Morir es tan natural como vivir y la forma en que festejamos a los muertos nos da un sentido de pertenencia único. Tenemos a La Catrina, esa dama elegante de la cual nos burlamos, a la cual le componemos versos, con la cuál bailamos cuando no nos escondemos de ella.
¡Aguas! Ahí viene la Calaca tilica y flaca
Y con ella, llegan todos los seres que se han ido de este plano. La muerte es una fiesta de la que todos formaremos parte un día así que, hay que celebrarla cómo se merece, es el lugar donde todos somos iguales, donde no existen clases, religiones, nada, salvo la propia muerte… y su fiesta.
La fiesta del Día de Muertos comienza el 28 de octubre y cada doce horas llegan los invitados.
El primer día se dice llegan los que tuvieron una muerte violenta, los que murieron por accidente, le siguen, el 29, los nuevos muertos, esos que no tienen ni un año de no estar con nosotros, para el día 30 llegan los huérfanos y los criminales, el 31 llegan los olvidados y los muertos de los muertos, también para ellos hay fiesta cómo no.

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Nomás entrando noviembre, llegan los pequeños, los niños muertos y ya el 2, en la última velada, llegan los demás, los muertos por causas naturales, los muertos adultos.
Y ya, se van todos, levantamos sus altares y nos sentamos a esperar a que pasen otras 365 lunas para que vuelvan a llegar y volvamos a disfrutar de su presencia, de sus colores, de su fiesta.
Ofrenda para la Fiesta de Día de Muertos: lo que debes poner para recibir a tus seres queridos
De la muerte el mexicano se ríe, se burla, pero a los muertos se les honra así que vamos al panteón y comemos con ellos, les llevamos su mariachi, su música preferida, bailamos con ellos y armamos el huateque ahí.
¿Y en casa?

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Su altar claro está. De al menos tres niveles debe tener los cuatro elementos que dan forma a este mundo: tierra, agua, fuego y viento.
En el barro donde colocamos su comida favorita se representa la tierra, en el papel picado que se mueve a su llegada se encuentra el aire, las velas que alumbran su camino son el fuego, la luz y la esperanza, para saciar su sed: agua, el elemento que significa pureza.
La tradición de las abuelas marca que por cada muerto va una vela, además se debe de poner una vela por aquellas ánimas que no tienen altar, después de todo la fiesta de Día de Muertos es una fiesta inclusiva y nadie se debe quedar sin luz.

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Colocar una cruz y un arco es una forma de mostrar respeto y de dar la bienvenida a nuestros difuntos.
Cempoalxóchitl, nube, moco de pavo son las flores de los muertos, el aroma del cempoalxóchitl se combina con el aroma del incienso y el copal y son guía para que los muertos encuentren su altar. Muchas, muchas flores, copal e incienso todas las noches son indispensables para que nuestros seres queridos encuentren su camino.
Pan de Muerto, calabaza en tacha, mole, la comida favorita de los muertitos, así como su copa favorita deben de estar presentes, ¡es una fiesta! y no hay fiesta digna de ser fiesta sin un gran banquete.

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Las fotos de los muertos y las calaveritas de azúcar no deben de faltar, tampoco el petate por si el muerto quiere reposar luego de la fiesta.
Un cigarrito ya no le hará daño, así que pónselo si gustaba de ese vicio que tantos invitados ha llevado a la Fiesta del Día de Muertos. No olvides poner un perrito izcuintle para que los ayude a cruzar y para que los pequeños jueguen cuando lleguen.
La Fiesta de Muertos no debe Morir
Festeja, ríe mientras recibes a tus muertos. En México muchas son las ciudades que conservan muy vivos a sus muertos y su fiesta: Pátzcuaro, San Miguel de Allende, Mixquic, Xochimilco, Aguascalientes, Ciudad de México, Playa del Carmen, Pomuch.

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Las casas, las plazas públicas, las avenidas se llenan con los coloridos de Día de Muertos, con la fiesta que hacen de esta tradición algo que no puede y no debe morir pues no vaya a ser que cuando estemos del otro lado nadie nos haga nuestra fiesta.