Se sabe que los hábitos de lectura tienen que ser implementados desde una tierna edad. Esto porque las aptitudes que desarrolla un niño apreciador de libros son fundamentales para un desenvolvimiento apropiado en edades posteriores. Es que la lectura ayuda a desenvolver las capacidades críticas y analíticas de la mente, lo que ayuda en varios aspectos importantes de la vida: como formular una posición política cohesa.

También, la compasión humana se agudiza a través de la lectura. Pero, sobre todo, como afirma el escritor peruano Mario Vargas Llosa en su discurso de aceptación del Premio Nobel en 2010, la buena literatura «tiende puentes entre gentes distintas y, haciéndonos gozar, sufrir o sorprendernos, nos une por debajo de las lenguas, creencias, usos, costumbres y prejuicios que nos separan». Es decir, a través de la literatura podemos constatar una esencia humana que nos hermana y, ciertamente, esto es algo muy valioso de asimilar desde la infancia.

Para que resulte más fácil incentivar la lectura en estas mentes en formación, nada más adecuado que señalar aquellas historias que se crearon para cautivar la rica imaginación de los niños.

El toro Ferdinando (1936) de Munro Leaf

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Este deslumbrante cuento del estadounidense Munro Leaf tiene como personaje principal a Ferdinando, un toro. Ferdinando, en vez de jugar con los otros becerros, prefiere pasar sus días oliendo flores y cuando, sin querer, demuestra su fortaleza, es escogido de entre todos los otros toros para participar en una corrida en Madrid pero se rehúsa pelear en ella. El cuento es una demanda por la paz en tiempos turbulentos de la amenaza de dictaduras en Europa: se publicó unos meses antes de que comenzara la Guerra Civil Española.

La bella durmiente (1812) de los hermanos Grimm

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El personaje principal es una princesa hechizada que cae en un sueño profundo. El hechizo sólo se vencerá con el beso de un príncipe encantado que posea un amor verdadero. Esta es la versión que los hermanos Grimm popularizaron, pues la original, por lo menos la que se puede identificar como la primera publicación, fue escrita por el francés Charles Perrault en 1697 en una obra intitulada Cuentos de Mamá Ganso. De los hermanos Grimm, prolíficos cuentistas, se puede señalar también: Blanca nieves (1812) y Rapunzel (1812).

Aladino y la lámpara maravillosa (siglo XVIII), de Antoine Galland

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La verdad es que no existen manuscritos árabes anteriores al siglo XVIII que cuenten la historia de Aladino. Fue Antoine Galland, el primer traductor de Las mil y una noches, que la incluyó en su edición. Asevera Galland que un contador de historias llamado Hanna Diab de la ciudad de Alepo en Siria fue el que le contó los sucesos de Aladino en 1709. Se trata de un relato lleno de aventuras.

Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas (1865) de Lewis Carrol

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Lewis Carroll, el seudónimo de Charles Lutwidge Dodgson, publicó su obra más célebre el 4 de julio de 1865. El libro cuenta la historia de una niña llamada Alicia que cae en la madriguera de un conejo y esta la transporta a un lugar fantástico y mágico que está habitado por seres que poseen diversas particularidades interesantes y que interactúan con Alicia haciéndola sumergirse en un mundo de sueños y de paradojas que incitan aún más su imaginación y, por supuesto, la del lector.

El soldadito de plomo (1839) de Hans Christian Andersen

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En este cuento encontramos la historia de un soldadito de plomo que sólo posee una pierna y que se enamora por una muñeca bailarina. Fue el primer cuento escrito por el autor danés, que también compuso El patito feo. Esta historia, que no tiene un final feliz en un sentido material, nos demuestra que el amor puede ultrapasar las barreras que el mundo impone y triunfar espiritualmente.

El principito (1943) de Antoine Saint Exupére

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Se publicó por primera vez en Nueva York en 1943 cuando su autor, Antoine Sain Exupére, estaba exiliado en los Estados Unidos de América en consecuencia de la Segunda Guerra Mundial. La historia nos habla de un aviador que sufre un accidente en el desierto del Sáhara y conoce allí a un niño que ha llegado a la Tierra a través de un asteroide. Ambos se acompañan y el niño le cuenta las aventuras de sus viajes en otros planetas. El valor de esta obra está en que demuestra la inocente sabiduría que existe en los niños.