La obsesión de la humanidad en relación a edificios que se yerguen a grandes alturas llevó, en tiempos pasados, a la construcción de las pirámides monumentales en Egipto. En efecto, todas las grandes civilizaciones se preocuparon en hacer construcciones monumentales para agradar a sus dioses o para honrar a personalidades eminentes. Sin embargo, los primeros edificios que se construyeron tuvieron un problema principal: las paredes eran hechas con mampostería, lo que significaba que el peso máximo que podían soportar se determinaba por la solidez de la base.
Los comienzos
Posteriormente, en el siglo XIX surgieron los primeros rascacielos. La primera versión fue un elevador que funcionaba con vapor y era utilizado para transportar materiales en minas y almacenes. Las personas no los utilizaban porque eran demasiado frágiles y, si el cable se rompía, era seguro que estos elevadores se desplomasen. Elisha Graves Otis fue el responsable por cambiar esta situación al introducir un dispositivo de seguridad que impide que un elevador se caiga aunque los cables se rompan. Esto hizo con que se desarrollaran lo motores eléctricos para elevadores y llegar, de manera segura y rápida, a la cumbre de los edificios de gran altura que se comenzaban a construir.
En Chicago, en los años 80 del siglo XIX los terrenos para proyectos de construcción eran escasos. Las personas a cargo de la urbanización de la ciudad aceptaron el hecho de que la única manera de seguir construyendo era verticalmente. Así, pronto inventaron un nuevo método de construcción que utilizaba rejillas de acero (steel framing) y columnas lo suficientemente fuertes como para soportar el peso de toda la construcción. Fue esta la innovación que permitió la aparición de rascacielos con cada vez más altura.
Los materiales modernos fueron una de las principales razones en el éxito de estas colosales edificaciones. El concreto es el material más utilizado gracias a su versatilidad. El vidrio se volvió importante y sirvió para mantener climas incómodos afuera, pero la luminosidad adentro. Después de la Segunda Guerra Mundial, las paredes de vidrio se volvieron populares pues iluminaban mejor los interiores y eran más baratas que las de concreto.
Las construcciones se hicieron tan altas que comenzaron a balancearse con la fuerza de los vientos. Para resolver este problema, los ingenieros comenzaron a utilizar vigas de acero reforzado en los huecos de los elevadores y moviendo las columnas hacia los bordes exteriores de las paredes creando, así, un tubo sólido. En 1970, se comenzó a utilizar amortiguadores de masa sincronizados, es decir, un bloque gigante de concreto con amortiguadores de choques con una placa lubricada diseñada como un péndulo para contrarrestar cualquier movimiento.
La carrera hacia el cielo
A principios del siglo XX, la competición para levantar edificios cada vez más elevados era muy feroz entre las corporaciones más importantes del mundo. Los primeros rascacielos que se completaron fueron los siguientes: la Torre del Metropolitan Life Insurance (213 metros), el Woolworth Building (241 metros) y el Chrysler Building (319 metros), que en 1930 se convirtió en el edificio más alto del mundo con 319 metros. Poco tiempo después sería reemplazado por el famoso Empire State Building, que se elevaba 381 metros cuando su construcción concluyó en 1931 durante la época de la Gran Depresión y que, por lo tanto, se convirtió en un símbolo de esperanza.
El Empire State Building mantuvo este título durante 41 años hasta que, en 1972, la Torre 1 del World Trade Center se coronó como el rascacielos más alto del mundo con 417 metros. No obstante, después de 2 años se erigió la Torre Sears que, con sus 442 metros, fue el último edificio estadounidense considerado como el más elevado del planeta, esto porque sería en el continente asiático donde los rascacielos ganarían más eminencia.
En efecto, en 1998 en Malasia se completó en su capital, Kuala Lumpur, las Torres Petronas (452 metros); después, en 2004, el edificio Taipei 101 en Taiwán fue el más alto del mundo con 508 metros. En 2010, el Burg Khalifa (828 metros) localizado en Dubái se haría con este título.
¿Qué edificio será el más alto en el futuro?
En el año 2020, la Torre Yeda en Arabia Saudita se convertirá en el rascacielos más alto con poco más de 1 000 metros. También, en Tokio ya se están trabajando en los planes para el Sky Mile Tower, que, si se llega a levantar, tendrá la asombrosa altura de 1 700 metros. Surge, entonces, la pregunta: ¿cuál es el límite de elevación de un edificio? Los expertos sugieren que, con un núcleo reforzado, es posible construir megatorres de más de 1 500 metros. Los profesionales de la construcción también dicen que, teóricamente, no hay límites en relación a cuán alto puede ser un edificio, todo depende de si hay espacio para crear bases con gran extensión.