Hace un mes, la tierra tembló y el país cambio. Un mes después del sismo del 19 de septiembre los daños que el movimiento telúrico causó aún no se pueden medir en su totalidad, pese a esto, el país, su población avanza, buscando superar este período, la realidad es que nunca seremos los mismos.
El 19 de septiembre a las 13:14 horas la historia de México cambio para siempre, coincidiendo con la conmemoración de otro sismo, el de 1985, la región centro del país registró un movimiento telúrico de 7.1°. Hoy se sabe que el epicentro de las ondas sísmicas estuvo al sureste del estado de Morelos.
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El recuento de los daños
Un total de 400 municipios sufrieron daños en distintos estados de la región centro y sur de la República. En Tlaxcala, 40 municipios han sido declarados zonas de desastre, Puebla y Morelos aún no terminan de medir los impactos que sufrieron.
El saldo de pérdidas humanas se contabiliza, hasta el momento, en 369: 228 fallecidos corresponden a la Ciudad de México, 74 a Morelos, 45 a Puebla, 15 al Estado de México, 6 a Guerrero y 1 a Oaxaca.
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Treinta días han transcurrido desde el sismo y las delegaciones de Iztapalapa, Tláhuac y Xochimilco en el Distrito Federal aún no logran regularizar el abasto de agua, 500 mil personas están siendo afectadas por ello. La delegación Benito Juárez ha contabilizado a 2 mil damnificados a causa del sismo, personas, familias que, a un mes, todavía no tienen un lugar para vivir.
Plataforma CDMX, herramienta implementada por el gobierno capitalino, ha reportado que un total de 7 mil 564 inmuebles presentan daños menores, 2 mil 505 daños en muros y fachas y 2 mil 608 tienen daño estructural grave. 13 edificios esperan ser demolidos.
Las pérdidas culturales
País sumamente rico en términos de patrimonio cultural, el impacto y daño que el sismo ha causado es enorme también. En Tlaxcala el INAH ha reportado más de 350 monumentos y edificios impactados por el sismo, 14 museos y ocho zonas arqueológicas también registraron daños.
Hasta el momento el saldo en Morelos es: 92 inmuebles considerados patrimonio cultural con daños, 14 monasterios parte de la Ruta de los Conventos de la UNESCO fueron afectados.
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Puebla y su emblemática Iglesia de San Andrés Cholula sufrieron la caída de una de sus cúpulas, además, diversos templos como el de San Francisco, el Templo del Carmen y la Capilla de Corpus Christi también se vieron afectadas.
Ciudad de México perdió a su Madre y a su Esperanza, al momento del temblor el Monumento a la Madre y la escultura de La Esperanza en la Catedral Metropolitana sucumbieron y se hicieron añicos, pérdidas totales. Xochimilco y el Centro Histórico de la ciudad son los que reportan más daños al patrimonio cultural, el INAH ha reportado aquí 22 edificios dañados.
Nosotros, los mexicanos: un mes después
Luego del sismo, los mexicanos intentamos recuperar lo perdido, los que tuvimos suerte y no perdimos nuestras casas tratamos de volver a la normalidad, los damnificados esperan, para ellos la reconstrucción, la “normalidad” es algo que no volverá a corto plazo.
Vivimos con miedo, con ansiedad y con culpa, es la realidad. ¿Por qué a mi vecino y no a mí? ¿Cómo puedo regresar a la normalidad si hay gente que perdió todo? ¿Qué más puedo hacer? ¿Por qué a mí?
Son preguntas que seguramente todos hemos tenido en mente y una más ¿qué va a pasar cuando vuelva a temblar?
Al momento del sismo de hace un mes la solidaridad, el sentido de comunidad, de apoyo, fue inmediato.
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Estremece ver las imágenes de mujeres, ancianos, hombres removiendo escombros, tratando de ayudar al que había quedado sepultado, los siguientes días en la cotidianidad urbana se observaban a los brigadistas ir y venir de un lugar a otro prestando su ayuda.
Brigadas para rescatar personas, dar de comer a damnificados, cuidar a las mascotas pérdidas, vaya, se formaron brigadas hasta para salvar los libros perdidos.
La solidaridad, el espíritu mexicano, su generosidad ha sido enorme, como enorme el apoyo de la comunidad internacional.
¿Cómo podemos seguir adelante y al mismo tiempo ayudar?
Primero debemos de respirar, dejar atrás las culpas, el miedo y volver a las zonas afectadas, ayudar a reactivar su economía, pensemos en los pequeños negocios, no dejemos que mueran.
Donar ropa, acercarnos a albergues, hacer donaciones económicas, tal vez, adoptar un perro perdido, son formas con las que podemos aportar, pero hay una más, no olvidar la solidaridad y volverla una conducta cotidiana, no esperemos a que una nueva tragedia nos una, seamos bondadosos todos los días, ayudemos en la medida de lo posible a nuestro vecino en el transporte público, al que camina por la calle, tratemos amablemente al mesero, son pequeños gestos que contribuyen a sanar ahora que estamos heridos.
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