En la actualidad, la regla es que las mujeres cumplan con el rol de mamá profesionista con jornada de tiempo completo, pues así lo requiere el mundo laboral del nuevo milenio, donde la mujer poco a poco reivindica su lugar dentro de la sociedad con un papel de liderazgo.
Este 10 de mayo, Lamudi platicó con varias madres de familia que tienen un papel protagónico en la industria: agentes de bienes raíces.
Combinar bienes raíces con la maternidad tiene sus puntos complicados, como menciona Antonia Pombar de Finca Bienes Raíces, quien ha trabajado por 20 años en la industria inmobiliaria: “es difícil, pero no imposible […], a veces las citas interfieren en fin de semana; cuando mis hijos eran pequeños era un poco más complicado; pero ahora que son independientes, es un poco más sencillo.”
Por supuesto, también pesa la manera en la cual las peculiaridades de la maternidad con el ejercicio de esta profesión. Silvia Franklin de Quarzum Inmobiliaria señala nos cuenta su historia: “tengo una hija de 17 años con quien mantengo una muy buena comunicación; comprende que en el mundo actual mamá y papá tienen que trabajar. Eso la ha ayudado a ser paciente e independiente.”

Desde luego ofrece varias ventajas, sobre todo en lo que se refiere a la facilidad para ajustar las horas de trabajo, como comenta Claudia González Riva, agente independiente. “La facilidad para llevar mi propia agenda me ayuda a organizarme con mis hijos para verlos o juntarnos a comer.” Ahora que ellos han crecido “incluso hay ocasiones en las que ellos colaboran conmigo, llevándome a las citas.”
También hay momentos muy complicados, como señala Claudia “como en toda profesión hay grandes compromisos y en ocasiones, se pueden mezclar con actividades escolares o enfermedades.” El mismo mercado de bienes raíces dificulta un poco las cosas: “hoy en día es muy complicado. Conseguir una propiedad exclusiva es un gran reto.” Empero, no hay obstáculo demasiado grande para una mujer decidida.
Sin embargo, el oficio de agente de bienes raíces tiene gratificaciones que ninguna otra profesión puede ofrecer, esas gratificaciones dan la impresión de que todo ha valido la pena: “ahora acabo de vender una casa a uno de mis hijos. Fue una realización absoluta para mí ver ese rostro de felicidad que he visto en tantos rostros de mis clientes ahora en uno de mis hijos” finaliza Antonia Pombar.