Todos los países alrededor del mundo tienen algo que distingue sus diferentes tradiciones culinarias. En Italia la pasta, el tomate y el vino son los protagonistas; en Japón el arroz y la sobriedad de los ingredientes son los abanderados culinarios; en Rusia el betabel, la crema agria y las papas; en Argentina los cortes de carne y los embutidos tienen el papel estelar. ¿Y qué sobre nuestros platillos mexicanos?

La verdad es que muy pocos países pueden presumir de tener en su territorio una gran variedad de cocinas regionales, con marcadas diferencias entre sí. La cocina mexicana nos convierte en uno de estos únicos países.  No en balde la comida típica de México es considerada junto con la de Francia, Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Por eso Lamudi te presenta diez platillos típicos de México en diferentes estados del país.

1. Pescado a la Veracruzana (Veracruz)

© Andrei Tudoran / Shutterstock.com
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Aunque los primeros contactos de los españoles con los pueblos prehispánicos que habitaban México se dio en la península Yucatán, el primer lugar fundado por los españoles, y desde donde comenzó el proceso de mestizaje cultural fue el puerto de Veracruz, por lo que se puede hablar de platillos mestizos. Debido a las riquezas naturales del estado, hay una gran variedad de ingredientes que permiten una gran variedad en la comida veracruzana.

Basta pensar en el “Casamiento,” de Alvarado Veracruz una especie de “Moros con cristianos” pero con frijoles refritos; también están las memelas, garnachas y picaditas, cuyo ingrediente central son el maíz y los frijoles. Sin embargo, quizá el platillo más representativo de la cocina veracruzana sea el famoso pescado a la veracruzana.

Este delicioso platillo es una clara muestra del mestizaje cultural entre México y España. Generalmente se prepara con huachinango, el cual puede ser freído, hervido u horneado, y se le acompaña con un caldo hecho a base de jitomate troceado, cebolla, aceitunas y alcaparras. Muy parecido al plato vasco llamado “Pescado a la Vizcaína,” pero naturalizado al cambiar el pimiento por chile güero.

2. Cabrito al pastor (Nuevo León)

© Dmitry Kaminsky / Shutterstock.com
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Muchos españoles llegaron a México tras la Conquista, entre ellos un buen número de judíos que se instalaron en varias partes del territorio de la Nueva España. Sin embargo, con la persecución religiosa encabezada por la Inquisición, muchos de ellos se vieron obligados a huir y establecer comunidades alejadas de esta persecución, como es el caso de los judíos que llegaron a Nuevo León.

Esto explica porque el platillo típico de la cocina típica de Nuevo León es el “Cabrito al Pastor,” acompañado de tortillas de harina. Para prepararlo se utiliza la cría de una cabra, de entre 30 y 40 días de edad, la cual se ha alimentado sólo de leche materna. Esta se condimenta con sal y especias, asándose a fuego lento a las brasas, y sirviéndolo acompañado de salsa y tortillas de harina.

Sin embargo, la cocina de los regios no sólo se reduce al suculento “Cabrito al pastor.” También es posible degustar el machacado o “Machaca”, que es carne seca de res con huevo, chile, cebolla y jitomate. La influencia judía sefaradí también se hace presente con el “Machito,” que son vísceras de cabrito acompañadas de verduras, salsa y tortillas.

3. Pozole blanco (Guerrero)

© sevenMaps7 / Shutterstock.com
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En Chilpancingo, la capital del estado de Guerrero, la creencia popular dice que si a un invitado se le ofrecen semitas con té de toronjil y éste las acepta, sin duda alguna regresará a la ciudad. Sin embargo, un buen “Pozole blanco” puede surtir el mismo efecto, debido a que es un platillo nutritivo, sustancioso, pero sobre todo, con un sabor y toque inigualable.

Grano de maíz reventado sobre un caldo blanco (a diferencia de la variante jalisciense de color rojizo), trozos de carne deshebrada de puerco o pollos, chile piquín en polvo y orégano son la base de este delicioso platillo. Sin embargo, también se le puede agregar una sardina troceada, un huevo batido, chicharrón o aguacate, dependiendo del gusto del comensal.

Sin embargo, las gastronomía de Guerrero tiene mucho más que ofrecer. Uno de los platillos consentidos es el “Chilatequile,” un caldo de verduras con carne capaz de levantar hasta al más cansado. Como postre se pueden degustar las famosas torrejas, que a diferencia de su original española espolvoreada en canela, se baña en melcocha; o si se prefiere algo más local, un delicioso “Bien me sabes.”

4. Torta ahogada (Jalisco)

© Marcio Jose Bastos Silva / Shutterstock.com
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Nadie puede negar que el mexicano es regionalista. Pero quizá ninguno lo sea más que los tapatíos, cuya acusada personalidad, junto con el tequila, el mariachi y el sarape representan lo que internacionalmente se identifican con lo mexicano. La gastronomía del estado no se queda atrás, presentando una gran variedad que nada tiene que envidiar a otras del país.

Están los tacos de charales fritos, típicos de los alrededores del lago de Chapala, acompañados de sal, limón y chile. Otro platillo típico es la “Birria,” un delicioso caldo de carne cocinado en un caldillo de jitomate, chiles y una gran cantidad de especias. Pero quizá el platillo más popular de la comida típica de Jalisco sean las “Tortas Ahogadas”.

Para dimensionar tan conocido platillo, hay que pensar en un bolillo relleno de carnitas de puerco, bañado en una salsa de jitomate y chile, cuyo picor variará dependiendo del lugar donde se coma y del gusto del comensal. Para rematar se acompaña de rábanos picados, cebolla rebanada y limón, con el fresco sabor de una cerveza Minerva.

5. Barbacoa (Hidalgo)

© Hashirama / Shutterstock.com
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Uno de los estados más pequeños es Hidalgo, ubicado cerca del centro de la República Mexicana. Su oferta gastronómica, aunque pequeña, es significativa por lo interesante de sus platillos. Los escamoles, larva de hormiga, se comen de diversas maneras (mole, con epazote, en mixiote), haciendo de un ingrediente inusual un verdadero festín culinario, cosa que distingue la comida típica de Hidalgo de otros lugares del país.

Con la llegada de inmigrantes ingleses en el siglo XIX a Real de 14 y Pachuca, llegó el fútbol a México, pero también los deliciosos pastes, el equivalente mexicano a las tradicionales empanadas argentinas. Y desde luego está el pulque, una de las bebidas alcohólicas más representativas del país, con la que es conveniente tener cuidado.

Pero la joya de la corona de la cocina hidalguense es la barbacoa, preparada usualmente a base de borrego, aunque admite otras carnes como res, conejo y hasta iguana. En este platillo se cocina la carne en su propio jugo, haciendo un horno en la tierra de metro y medio de profundidad, lo que le da su característico sabor a este platillo.

6. Mole rojo (Oaxaca)

© sevenMaps7 / Shutterstock.com
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Sin duda alguna, una de las gastronomías más importantes del país es la oaxaqueña. Una gran cantidad de platillos desfilan por las mesas de este estado, como los tradicionales “Tamales Oaxaqueños,” envueltos en hoja de maíz, pero rellenos de mole, siendo el puente natural entre las versiones del resto de México y las de Centro y Sudamérica.

También está el tasajo, la variación regional de la cecina de Morelos; las famosas tlayudas, tortillas de grandes dimensiones al horno untadas con frijoles y acompañadas con verdura, chorizo, crema y queso; o los famosos chapulines, con los que se preparan quesadillas de queso Oaxaca. Sin embargo, lo mejor de la comida oaxaqueña es la gran variedad de moles.

La preparación del mole es quizá la cumbre de la sofisticación en la preparación de platillos en la tradición culinaria nacional, el cuál es preparado con una gran cantidad de ingredientes, lo revela la riqueza natural y cultural del estado y el país. Chocolate, chile, pimienta, clavo, canela, plátano, entre otros ingredientes son la base de una salsa que baña una porción de pollo o puerco.

7. Chilorio (Sinaloa)

© Dmitry Kaminsky / Shutterstock.com
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Entre el desierto y la costa se encuentra el estado de Sinaloa, que cuenta con una de las gastronomías más variadas del país, gracias a la abundancia de recursos naturales. Algunos de sus platillos son propios de la costa, como los “Tacos dorados de camarón,” los “Tamales borbones” rellenos de camarón, o el famoso “Pescado zarandeado,” siendo Mazatlán el principal puerto del estado.

Desde hace 300 años se prepara el chilorio en el estado, una especie de conserva de carne de puerco deshebrada, cocinada en la manteca del propio cerdo, sal, chile pasilla, comino y sal. Esto permite que el producto se conserve y sea utilizado en todo tipo de platillos y preparaciones, acompañado siempre por verduras, cebolla y tortillas de harina.

A partir del chilorio y de la machaca, una gran cantidad de platillos han surgido en la cocina de Sinaloa, como son los famosos burritos, que pueden ir rellenos de chilorio, frijoles con queso y hasta verduras. También las chimichangas, flautas de tortillas de harina, y los tamales sinaloenses tienen su origen en este platillo que.

8. Carnitas (Michoacán)

© Dmitry Kaminsky / Shutterstock.com
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Cuando la cocina mexicana fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, la institución señaló a la gastronomía michoacana como el epítome de la tradición culinaria de México. Esto no es para menos, pues el estado ofrece a propios y ajenos una gran cantidad de platillos, lo que lo convierten en un verdadero paraíso gastronómico.

Están los “Uchepos,” tamales dulces de maíz; también destaca la “Sopa Tarasca,” un caldo de frijol acompañado de tortilla, crema y queso; o las famosas “Corundas,” un pan de maíz sazonado con cenizas acompañado de salsa, crema, frijoles refritos y queso. Pero es La Piedad con las famosas “Carnitas” la que se lleva toda la atención que acapara la cocina michoacana.

Para prepararla se utiliza carne de cerdo, junto con las vísceras y la piel (los llamados cueritos), los cuales se fríen en manteca, marinando la preparación con sal, especies y tequesquite. Para darle ese característico brillo se añade un poco de cerveza o jugo de naranja. Por último se acompaña de tortillas, cilantro, cebolla picada, sal y limón.

9. Cochinita Pibil (Yucatán)

© sevenMaps7 / Shutterstock.com
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En el extremo suroriental del territorio mexicano se encuentra el estado de Yucatán, cuya marcada personalidad se refleja en su interesante cultura. Herederos directos del legado maya, los yucatecos tienen una  gran cantidad de manifestaciones culturales como son la jarana y la trova yucateca, y por su puesto, su cocina.

Algunos de los mejores platillos de la gastronomía mexicana se dan cita en el territorio yucateco, algunos entre los más refinados de la cocina mexicana. Sólo hay que pensar en una “Sopa de Lima;” el “Poc-chuc,” cecina de cerdo acompañada de frijoles y cebolla morada; o el “Zic de venado,” bañado en jugo de naranja para que a uno se le haga agua la boca.

Pero la reina de la cocina yucateca es sin duda la “Cochinita Pibil,” un platillo hecho a base de carne de puerco deshebrada, preparada en achiote con vinagre y jugo de lima, acompañado de cebolla morada, un poco de cilantro y una deliciosa y muy picante pasta de chile habanero. Sin duda alguna, este es uno de los mejores platillos de la cocina nacional.

10. Chiles en Nogada (Puebla)

© Dmitry Kaminsky / Shutterstock.com
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Del estado de Puebla se pueden hablar muchas cosas. Como la gran cantidad de iglesias que hay en sus ciudades, sus artesanías hechas con la famosa talavera poblana, el pasado histórico que se remota a tiempos prehistóricos y llega hasta la actualidad. Sin embargo, la gastronomía poblana es quizá el elemento que más destaque de este hermoso estado.

Muchos platillos han nacido en tierras poblanas, como el “Mole de Caderas,” los “Pambazos,” las “Enfrijoladas” o las “Cemitas rellenas.” Los dulces poblanos también tienen un lugar especial dentro del imaginario del mexicano, como son los jamoncillos, los borrachitos, los higos disecados o los famosos camotes. Pero son los “Chiles en Nogada” los que más destacan.

El que quizá sea uno de los más suculentos platillos típicos de Puebla consiste en un chile relleno de carne preparada en picadillo dulce, normalmente capeado y posteriormente frito, bañado en una salsa hecha con nuez de Castilla, y adornado con granada y cilantro. Si el cielo se repartiera en bocados, sería en porciones de “Chiles en Nogada.”