Las rosas son un elemento muy importante en cualquier vivienda, no sólo porque pueden servir para decorar el ambiente, sino también porque ayudan a desinfectar la casa, o hasta pueden ser útiles como digestivos si añadidas a las ensladas. Por lo tanto, siempre es bueno saber un poco de la historia de esta flor, una de las más populares en el mundo.

Se podría afirmar que las rosas han acompañado a la humanidad desde siempre, pues hay fósiles que demuestran que ellas existían ya hace 35 millones de años. Nuestros antepasados nómadas solían cultivarlas frecuentemente en las rutas que acostumbraban recorrer y, en consecuencia, el apego del ser humano por estas flores se fraguó en aquellos tiempos prehistóricos, afecto que hasta ahora supervive.

Sin embargo, la rosa nunca fue sólo un mero elemento decorativo ya que, como todos sabemos hoy por el popular símbolo de amor que se le atribuye, estas flores fueron también una manera de comunicar y de sentir emociones profundas.

El filósofo y sabio chino del siglo V a.E.C, Confucio, atribuía al aroma de las rosas la virtud de poder arrobarnos el alma, fenómeno que nos embriaga y nos abstrae del mundo, mostrándonos, de esta manera, que existen sensaciones elevadas y espirituales.

Amor
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Asimismo, muchas de las grandes civilizaciones de la antigüedad coincidieron en otorgarle a la rosa la condición de símbolo de amor y de belleza. En la mayoría de las prolíficas civilizaciones de Mesopotamía y también en la India y Grecia, varias deidades eran representadas con rosas y tenían mitos específicos.

Por ejemplo, en Grecia se contaba que la diosa Afrodita había creado las rosas a causa de la muerte del joven llamado Adonis a quien amaba: de sus lágrimas y de la sangre de Adonis nació la rosa. En el imaginario árabe, se cuenta que un ruiseñor se enamoró tanto de una rosa (en ese tiempo todas eran todavía blancas) que se acercó a ella pero se hirió con las espinas y su sangre se perpetuó en ella, dándole su color rojo.

Posteriormente, era usual en la cultura romana que las mujeres de la aristocracia utilizaran los pétalos de rosas en tratamientos con cataplasmas porque creían que, de tal manera, podrían deshacerse de granos e imperfecciones en la piel.

En la Edad Media, adquiere indiscutiblemente el epíteto de «reina de las flores» (que había sido ya atribuido por la poetisa griega Safo siglos antes) y pasa a representar, en la iconografía católica, la sangre de Cristo. Además, se relaciona la rosa con la Virgen María a la que se considera una «rosa sin espinas».

Arquitectura
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Cuando ocurre el fenómeno cultural del Renacimiento, entre los poetas se crea la idea de que la rosa es un símbolo de lo efímero de la vida, y por eso hay que gozarla. Literatos como los españoles Garcilaso de la Vega, en su soneto «Tanto que de rosa y azucena», y Góngora, en «Goza, muchachita, tus encantos, antes que se marchiten» nos indican que todo pasa rápidamente y que lo mejor es disfrutar de nuestra existencia.

Así, a pesar de que ahora, gracias a la ciencia, se descubran propiedades útiles de la rosa, o que se utilicen sus flores para adornar eventos, lo que siempre nos vendrá a la mente al pensar en una rosa son estos dos significados que se han perpetuado a lo largo del tiempo en relación a su color más común, el rojo. Es, pues, de esta manera como la rosa es hoy símbolo de amor y, en menor grado, como una especie de carpe diem.

Rosas blancas
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Pero existen también otros colores de rosas que tienen un sentido particular. Estos son:

  • Rosa rosada: Demuestran agradecimiento, admiración y felicidad.
  • Rosa amarilla: Expresión de relación duradera y alegría. Se suelen regalara a recién casados, a mujeres que acaban de tener un bebé y a graduados.
  • Rosa anaranjada: Sirven para hacer saber a otra persona que la admiramos y que estamos orgullosas de ella.
  • Rosa blanca: El blanco indica pureza e inocencia. Se utilizan en bodas y también para significar la adolescencia femenina.
  • Rosas violeta: A una persona que no se conoce, regalar un flor violeta significa amor a primera vista. A los conocidos, ella afirma que los apreciamos como seres únicos y verdaderamente interesantes.